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Ruiz-Larrea: arquitectura al servicio de Neinor, Acciona o las oficinas del Estado

En sus 21 años de historia, el estudio de César Ruiz-Larrea ha ido buscando el cambio para adelantarse a él. En crisis, el arquitecto no dudó en salir al exterior y seguir apostando por la construcción sostenible.

J. Izquierdo

4 jun 2018 - 04:55

 

“Tengo 68 años y empecé a trabajar en el 78. Llevo 40 años al pie del cañón… y he cogido todas las crisis y los cambios, que es lo único que permanece”. Esta es la carta de presentación de César Ruiz-Larrea, que “en esta constante evolución de todos los ámbitos de la sociedad” se ha afanado en impulsar la sostenibilidad desde su estudio homónimo, según explica el arquitecto a EjePrime. Fundado en 1997, el despacho trabaja actualmente en una docena de proyectos. Players históricos como Dragados, Acciona o Sabadell y nuevas promotoras como la cotizada Neinor Homes han confiado en sus diseños para proyectos residenciales.

 

Echando un vistazo al portfolio de Ruiz-Larrea&Asociados, destacan las viviendas y las oficinas. En el segundo de los mercados, la administración pública ha sido también un cliente de referencia para el arquitecto madrileño, que, entre otros edificios, ha diseñado la sede central del Instituto Nacional de Estadística (INE), las Oficinas del Estado en Ciudad Real, el Centro Nacional de Energías Renovables, situado en Pamplona, así como casas consistoriales como la de Boadilla del Monte.

 

Ahora, junto a su equipo compuesto por 16 arquitectos, Ruiz Larrea está inmerso en un proyecto que se hará visible en Madrid. Se trata de la rehabilitación de la Torre Cibeles del Banco de España. En una de las zonas más concurridas de la capital española, el estudio quiere atajar los problemas medioambientales que han devenido de los desarrollos urbanos y la relación de la sociedad con la naturaleza. “Es por ello que, como siempre, es acertado volver la vista a cómo la tradición planteaba la ocupación del territorio”, explica el estudio.

 

Su fundador y director, Ruiz-Larrea, apunta que “la transformación de las ciudades está siendo brutal”. “Antes era imposible de creer que llegaríamos a ver ciudades tan grandes”, destaca el arquitecto, que alerta que “tenemos que estar preparados para recibir un número cada vez mayor de gente que va a vivir en ciudades”. Las previsiones dictan que, en 2050, el 85% de la población mundial va a vivir en las ciudades, lo que supone cerca de 8.000 millones de personas habitando en grandes urbes. “Se van a producir concentraciones increíbles de personas y, para ello, se ha de redefinir la movilidad y el concepto de las arquitecturas de las ciudades”, destaca Ruiz-Larrea.

 

La arquitectura es “un elemento fundamental para este nuevo hábitat” y, en este sentido, las soluciones del arquitecto pasan por “construir edificios que no contaminen y con consumo energético cero levantados con materiales nuevos que no agredan al medio ambiente”.

 

 

 

 

 

Con este pilar del cuidado de la naturaleza y la sostenibilidad, Ruiz Larrea ha logrado convencer a muchos promotores y actores del sector inmobiliario. “Ahora todos quieren darle un toque de cuidado del medio ambiente a sus proyectos”, destaca el arquitecto, que además cuenta con un laboratorio de investigación (RLAB) en el que, “en contacto con las empresas, desarrollamos patentes, inventamos procesos y desarrollamos procedimientos técnicos en construcción, entre otras cosas”.

 

Al mando de este área está Miguel Díaz, uno de los tres socios de Ruiz-Larrea, junto a Gorka Álvarez y Antonio Gómez. “Ellos son más jóvenes que yo y aportan frescura y nuevos conocimientos al estudio”, apunta el arquitecto. Además de la investigadora, las patas profesional y docente sostienen al estudio. Tras más de dos décadas como profesor de la Etsam, Ruiz-Larrea continúa dando máster, conferencias y seminarios en la Universidad, mientras que Gómez dirige la parte productiva de los proyectos que entran en el estudio, mientras que Álvarez se ocupa de la creativa.

 

La crisis y China
A pesar de la experiencia de cuatro décadas de Ruiz-Larrea, la crisis fue implacable en todos los niveles de la arquitectura española. “Aunque he vivido muchas, la última crisis de los 2000 fue, sin duda, la peor ya que alcanzó una cota de intensidad y altura brutal”, rememora el directivo.

 

 

 

Para la supervivencia de su estudio, el arquitecto madrileño tuvo claros dos puntos: debía buscar los trabajos fuera y contraer los gastos en España. “Me expandí y trabajé en China y Catar, con la inversión económica y física que eso conlleva”, recuerda Ruiz-Larrea. En aquellos años, el estudio prácticamente vivía de la facturación extranjera. Mientras, en España, “entendimos que debíamos crear un modelo productivo más eficaz, subcontratando y ajustando los gastos al mínimo”, explica el arquitecto.

 

La experiencia del estudio en el gigante asiático se inició por una llamada de un importante empresario español. “Necesitaba arquitectos que supieran de eficiencia energética y nos juntamos con otro equipo, Pich-Aguilera, para trabajar allí”, comenta Ruiz-Larrea, que junto al estudio barcelonés montó unas oficinas allí. Lo curioso es que, aprovechando los maratonianos viajes a China, el arquitecto hacía escala en Catar para vender proyectos con un sello de sostenibilidad a los jeques.

 

Pasados unos años, y con la regeneración económica, Ruiz-Larrea volvió a España pero reconoce que “si no salimos fuera entonces, no hubiéramos seguido trabajando”. “El tema económico ahora se mira mucho más: hay que trabajar mucho o hacerlo con muy pocos gastos, pero entonces no llegas a contar con muchos proyectos”, destaca el arquitecto al respecto de la situación actual de los estudios españoles.

 

“Hoy el sector está enloquecido, con una gran competencia”, apunta el veterano arquitecto, que alerta de que “las universidades están muy alejadas del mundo real y de la innovación en la arquitectura”. En resumen, y como parte elemental de los cambios en su sector, palabra que repite constantemente Ruiz-Larrea, “están sobreviviendo las empresas que trabajan como una compañía de servicios más que como un estudio de arquitectura más artesanal entre comillas.