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Cris Ballester (economista): “El éxito pasa por buscar el equilibrio y lograr acuerdos”

Recién galardonada por la Royal Academy of Arts de Reino Unido con su Premio de Arquitectura, la exdirectora del Instituto Balear de la Vivienda apuesta por trabajar con atención a la sostenibilidad social, ambiental y económica.

Cris Ballester (economista): “El éxito pasa por buscar el equilibrio y lograr acuerdos”
Cris Ballester (economista): “El éxito pasa por buscar el equilibrio y lograr acuerdos”

Biel Huguet

21 nov 2024 - 05:00

Economista por la Universitat Pompeu Fabra, máster en RSC por la Universitat Jaume I y máster en Liderazgo por EIDHI International University, Cris Ballester ha sido reconocida recientemente por la Royal Academy of Arts de Reino Unido con su Premio de Arquitectura, por los proyectos de vivienda social en su etapa como directora del Ibavi (Instituto Balear de la Vivienda), entre 2019 y 2022. Ballester afirma sentirse feliz y “muy satisfecha”, ya que este premio reconoce la contribución al proyecto de todas las personas de diversas áreas (arquitectónica, jurídica, económica, social, etc.) que contribuyeron a materializar esas viviendas sociales, y también agradece el apoyo de todos aquellas personas y colectivos que confiaron en el proyecto y quisieron sumarse a él “mucho más allá de la política”.

 

 

Pregunta: Le premian por su trabajo al frente del Ibavi (Instituto Balear de la Vivienda), donde desarrolló proyectos de vivienda social. ¿Qué características destacaría de ellos?

 

Respuesta: Esas viviendas tienen de verdad, de manera tangible, el equilibrio sobre los tres ejes de la sostenibilidad (medioambiental, social y económica). Según la definición que se hizo de este término en 1987, la sostenibilidad consiste en no hipotecar el bienestar de las generaciones futuras por nuestras decisiones y nuestro bienestar en la actualidad. No sólo se trata de qué planeta les vamos a dejar, sino también de cuánto de sostenible es todo aquello que hacemos ahora con respecto al medio ambiente, la sociedad y la economía. Este proyecto tiene como característica principal que intenta maximizar el beneficio (o minimizar la externalidad negativa) en esas tres vertientes de la sostenibilidad. 

 

 

 

 

P.: ¿Dónde debería poner el foco la sostenibilidad?

 

R.: Entiendo que el éxito recae en buscar el equilibrio. Como ejemplo, ¿podríamos haber hecho viviendas de forma más rápida? Quizás sí, pero a costa de construir con materiales más contaminantes. Si hubiera sido así, y hubiéramos emitido más CO2, alguien tendría que pagar las consecuencias de esta externalidad negativa, la polución de entornos acuáticos y la utilización de materiales que también son contaminantes. Si hacemos vivienda social, es para que la gente pueda vivir mejor y, por tanto, tenga que invertir menos recursos. En consecuencia, si para habitar esas viviendas tienen que gastar gran cantidad de energía (por no estar bien aisladas del frío y calor), no estaríamos haciendo un favor a las familias que van a habitarlas. Eso incide en la vertiente medioambiental, pero también en la económica y la social. 

 

 

P.: ¿Qué nivel de importancia tiene el trabajar con proveedores locales?

 

R.: Para nosotros, supone un efecto multiplicador, muy necesario, también desde un punto de vista económico. No hay por qué titubear al hablar sobre competitividad o impacto económico cuando tratamos temas sociales y/o ambientales. De hecho, es todo lo contrario: si conseguimos que la industria local participe y se beneficie mediante la creación de puestos de trabajo, también contribuimos a que nuestro territorio sea un lugar más competitivo y mejor. Mediante este proyecto, no solo pretendíamos facilitar el acceso a la vivienda, que es un derecho, tal y como reconocen la Constitución Española y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pensábamos en que podíamos hacer más. Debemos tener cuidado y no hacerlo a cualquier precio. Volvemos al equilibrio. Si la economía local no invierte o no participa (intentando ser también lo más respetuosa posible con el medioambiente, ser sostenible económicamente o tratar bien a sus trabajadores en aspectos sociales), tampoco nos interesaría. Kilómetro cero sí, siempre y cuando esos players estén alineados nuestros valores y nuestra forma de desarrollar esas viviendas.  

 

 

 

 

 

P.: Actualmente se habla mucho de sostenibilidad. A nivel general, ¿realmente está cumpliendo España en ese sentido?

 

R.: En términos generales, creo que la sociedad sí está más concienciada. Los ciudadanos ahora tienen en cuenta los impactos que las acciones generan y tratan de no perjudicar a las generaciones futuras. De pequeña, yo veía cómo se lanzaban alegremente papeles por las ventanas o que apenas se separaban los residuos, hechos que a día de hoy son más difíciles de imaginar. No obstante, si hablamos de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 (con unas metas muy concretas) o los objetivos de sostenibilidad a nivel mundial, creo que los países no están haciendo lo suficiente.

 

 

P.: ¿Cómo valora la gestión del actual Govern Balear en materia de vivienda?

 

R.: Considero una pena que no hayan querido seguir en la línea de trabajo de apostar por la vivienda social pública, construir más, comprar o rehabilitar. En nuestro caso, partíamos de un parque público social de 1.756 casas. En menos de cuatro años, logramos financiación, acabamos de construir y entregamos, en total, 1.299 viviendas más, lo que supuso un incremento notable frente a las anteriores legislaturas. Además, lo hicimos en plena pandemia: tuvimos que parar obras, los materiales no llegaban, etc. Cada gobierno autonómico debería hacer un esfuerzo similar en ampliar ese parque y alquilarlo (no venderlo ni luego descalificarlo). Podríamos lograr más ventajas, no sólo se beneficiarían algunos del alquiler social, sino que también los harían otros en el futuro. Viena es un gran ejemplo, con una trayectoria en límites en el precio de la vivienda social, tanto pública como privada, para compra y alquiler, independientemente de quien haya estado gobernando. Durante más de un siglo han apostado por este modelo, por lo que ahora tienen menos problemas de acceso a la vivienda.

 

 

 

 

P.: En España tenemos un problema con el acceso a la vivienda (sobre todo por parte de jóvenes y familias), ¿cómo se podría solucionar?

 

R.: El paso fundamental es llegar a acuerdos, gobierne quien gobierne. Esta es una asignatura pendiente en España y algo muy complejo, en mi opinión. En temas tan fundamentales como la vivienda, la educación o la sanidad, creo que se deberían dejar a un lado las ideas políticas y las siglas de los partidos, para llegar a acuerdos y mantenerlos en el tiempo. Por otra parte, creo que debemos defender la vivienda pública, social y de alquiler, destinada a las familias de hoy y a las del futuro. Ahora bien, el problema de la vivienda tiene causas desde el punto de vista de la oferta y también de la demanda. En España, tenemos un crecimiento de la población exagerado en los últimos tiempos. Si tomamos como ejemplo Baleares, tenemos un territorio limitado y por tanto no podemos crecer todo lo que queremos. Además, cada cinco minutos se produce un divorcio, por lo que antes cada familia vivía en una casa y ahora se necesitan el doble. También las personas viven más tiempo cada vez, por lo que se necesita una misma casa durante más tiempo. Luego, hay familias de muchos tipos, también monoparentales. Las casas actuales son muy grandes, posiblemente necesitaríamos otros modelos de vivienda. Por tanto, si planteamos un modelo de vivienda tradicional y no innovamos y evolucionamos hacia otras formas de vivir (o convivir), será imposible que todo el mundo tenga acceso a la vivienda. En resumen, creo que debemos tener en cuenta las diferentes variables en materia de vivienda, no querer simplificar tanto, no querer ahorrar esfuerzos y plantear diversas líneas de trabajo para llegar a minimizar esa falta de acceso.

 

 

 

 

P.: Se dice que las ayudas por 200 millones de euros destinadas a vivienda por parte del Gobierno de España van a ser un fracaso y que esos fondos acabarán en manos de los propietarios y no de los inquilinos, ¿está de acuerdo?

 

R.: Las ayudas existen desde hace más de una década. Antes lo que se hacía era incentivar la compra mediante ventajas fiscales. Cuando empezó el auge del alquiler, se cambió la ayuda, que pasó a ir destinada al alquiler.  No pienso ni que vaya a causar un fracaso estrepitoso, ni que sea la solución al problema. Habrá algunos casos en los que va a haber economía sumergida, se van a cobrar algunos alquileres en negro... En otros, se actuará de manera limpia y eso no sucederá. En Baleares, cuando fui directora general de Vivienda (entre 2022 y 2023), impulsamos bastante este tipo de ayudas y también aprovechamos para cruzar datos con Hacienda, para saber qué arrendatarios no tenían depositada la fianza del alquiler en el Ibavi, que es una obligación legal, y esos fondos permiten financiar vivienda pública. Logramos, además, otros beneficios no tan visibles, por lo que pudimos ayudar a que personas que no podían acceder a la ayuda, porque sus arrendadores no les formalizaban un contrato o no les querían cobrar el alquiler a través de transferencia bancaria. Entonces se vieron obligados a hacer las cosas mejor. En primera instancia, se podría dudar de la medida. No es una medida estrella, pero desde luego supone una ayuda. No hay una solución única en el ámbito de la vivienda. 

 

 

P.: Tras los devastadores efectos de la dana en Valencia (y otros puntos del país) del pasado 29 de octubre, ya hay voces que piden replantear dónde y cómo se construye, etc. ¿Se han cometido errores en España?

 

R.: Sin duda, se han cometido errores históricamente. Además, me parece una barbaridad que la clase política sea incapaz, ante situaciones como esta, de llegar a acuerdos de manera eficaz y eficiente. Lo considero muy triste. No debería importar tanto lo que nuestro partido pensará. Todos deberían ceder un poco, a fin de llegar a soluciones lo más rápido posible. Creo que a gran parte de la población nos gustaría que hechos como este nos hicieran replantear qué tipo de sociedad queremos.