Ocho retos ‘macro’ de la economía en el nuevo curso (si no hay más sorpresas)
El crecimiento económico mundial, España en la bonanza, el proteccionismo, la escalada de guerras, la inflación e intereses, China y EEUU junto a la inestabilidad política son los ocho grandes retos macro a escala global.
3 sep 2024 - 05:00
Ulrich Beck acuñó el término sociedad del riesgo en 1986 para describir lo que llamó “una forma sistemática de lidiar con peligros e inseguridades inducidos e introducidos por la propia modernidad”. Anthony Giddens habló más tarde, en 1998, de “una sociedad cada vez más preocupada por el futuro (y también por la seguridad), lo que genera la noción de riesgo”. Cualquier parecido con la realidad de lo que vino después de estos postulados hacen que sin duda se queden cortos.
En septiembre de 2024 la economía mundial inicia un nuevo curso a sabiendas de que resulta improbable saber cómo terminará: el mundo se ha convertido en un lugar poco de fiar. Nadie esperaba el 11 de septiembre de 2001, ningún economista avanzó la Gran Recesión de 2008 y una pandemia como la del Covid-19, en 2020, era prácticamente impensable. ¿Invasión de una potencia como Rusia a un país como Ucrania (2022)? ¡Tonterías!
En un escenario en el que el mundo puede deparar sorpresas de todo tipo a los agentes económicos, las previsiones siempre son provisionales. No obstante, hasta que la tierra se abra bajo los pies del ciudadano hay problemas del primer mundo a los que hay que atender. ¿Cuáles son los principales retos macro que, hasta la eventual nueva disrupción, marcan la economía?
Crecimiento económico mundial
En julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) realizó la última actualización de sus previsiones de crecimiento económico en un artículo titulado con pocas sutilezas: “la economía mundial contra las cuerdas”. Sin embargo, sus previsiones generales no son ni mucho menos dramáticas: la entidad mantiene los pronósticos que realizó tres meses antes para 2024, ejercicio para el que espera un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial del 3,2%. Para 2025 incluso mejora una décima sus previsiones, apuntando ahora a un crecimiento del 3,3% para el próximo año.
Este pronóstico “se mantiene sin cambios en términos generales respecto al pronóstico de abril; si se mira más de cerca, se observan revisiones que se neutralizan entre sí, pero que han cambiado la composición del crecimiento”. Este zoom beneficia a la zona euro, cuya actividad “parece que ha tocado su mínimo”, dice el FMI. Las previsiones para la región son ahora de un crecimiento del 0,9% (una décima más de lo anunciado en abril) , gracias al ímpetu de los servicios, el aumento de las exportaciones por encima de lo previsto, la fortaleza del consumo gracias al aumento de los salarios reales y una mayor inversión por la distención de la política monetaria.
A pesar de ello, dice el organismo, “todavía no estamos fuera de peligro”. Los riesgos, un alza de la inflación y una escasa productividad por la subida de salarios. Las elecciones también pueden sentar mal a la economía: “la posibilidad de oscilaciones importantes en la política económica como resultado de las elecciones de este año, con efectos de contagio negativos al resto del mundo, ha aumentado la incertidumbre en torno al escenario de referencia; estos posibles cambios implican riesgos de despilfarro fiscal que empeorarán la dinámica de la deuda, con consecuencias negativas para los rendimientos a largo plazo y una escalada del proteccionismo”.
España, continúa la bonanza
En este contexto internacional, España continúa siendo el alumno aventajado entre las economías de la zona euro. De hecho, el FMI ha revisado con generosidad sus previsiones para el crecimiento de España en 2024, que ahora sitúa en el 2,4% (medio punto más que en abril). El crecimiento del país más que duplicará el de la zona euro (donde la economía crecerá un 0,9%) y contrasta con los débiles registros de Alemania (crecimiento del 0,2%) o Italia (alza del 0,7%). Japón y Reino Unido (con un crecimiento previsto del 0,7% en 2024) o Canadá (con una previsión situada en el 1,3%) son otras economías avanzadas que se quedan muy por detrás de España, que sólo estará por detrás de Estados Unidos entre las grandes potencias.
Los riesgos económicos del país son, no obstante, importantes, tal y como se ocupó de apuntar a finales de abril Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España. “Nuestra economía enfrenta retos estructurales que nos impiden alcanzar la renta per cápita de nuestros socios europeos”, señalaba. Esta brecha, de quince puntos porcentuales, se explican por la baja productividad y la baja tasa de empleo, factores que a su vez están relacionados con otros desafíos que enumera Hernández de Cos.
Desde el punto de vista del ecosistema empresarial, apunta a un “tamaño relativamente pequeño” de empresas, una baja rotación de las mismas, un nivel formativo inferior al europeo, una oferta universitaria que reacciona de forma limitada a las necesidades del mercado, un peso reducido de la innovación y el capital tecnológico y una caída en la calidad y la confianza institucional.
Proteccionismo: el mundo se hace más pequeño
El proteccionismo es una de más amenazas generales que apunta el FMI, pero que entidades como la Organización Mundial de Comercio (OMC) describen como más sangrante. Y lo cierto es que ya no es sólo una cuestión dialéctica: Según Global Trade Lert, desde noviembre de 2008 se han contabilizado alrededor de 58.000 intervenciones gubernamentales discriminatorias contra el comercio internacional (como aranceles y subsidios locales) y más de la mitad de estas medidas se han registrado en los últimos cinco años. En sentido contrario, las actuaciones que favorecen el intercambio comercial no llegan a las 11.000 desde 2008.
Este es un juego en el que destacan China y Estados Unidos, en una escalada que comenzó durante la presidencia de Donald Trump en el país norteamericano, pero no es ni mucho menos exclusivo de estas dos grandes potencias económicas mundiales. La Unión Europea se ha mostrado por ejemplo beligerante contra los coches eléctricos procedentes de China, con aranceles de hasta el 48% por las ayudas “injustas” del Gobierno de Pekín a esta industria. En su respuesta, China discute ahora las ayudas que, a su juicio, la Política Agraria Común implica para los productos lácteos europeos.
Proteccionismo va aparejado a una caída del tránsito comercial que ya es notorio: en 2023, el comercio mundial disminuyó un 1,2% en 2023. Aunque la OMC prevé una recuperación en 2024, con un alza del 2,6%, apunta que “debido a los conflictos regionales, las tensiones geopolíticas y la incertidumbre acerca de la política económica, existe un gran riesgo de tener que revisar esos valores a la baja”.
Escalada de la(s) guerra(s) y horizonte de paz
La escalada de dos de las guerras abiertas en el mundo por parte de dos potencias militares (Rusia en Ucrania e Israel en Gaza) tendrán sin duda consecuencias durante décadas en el mundo, pero la posibilidad real de una escalda que regionalice estos conflictos está también encima de la mesa. Sin olvidar que los protagonistas son potenciales nucleares declaradas (Rusia), encubiertas (Irsael) y posibles (Irán).
Una guerra con intervención de armas nucleares o con la intervención efectiva de la Órganización del Tratado del Atlático Norte (Otan), así como una intervención multilateral de potencias del mundo musulmán abriría un nuevo horizonte para el mundo no ya a largo plazo, si no en un incierto tiempo inmediato.
Inflación y tipos de interés
En todos los análisis la inflación y, con ella, la evolución de los tipos de interés se apuntan como elementos centrales para la prosperidad de la economía en los próximos meses. Los riesgos de un repunte de la inflación continúan y las autoridades monetarias son prudentes al dar señales al mercado sobre sus próximas decisiones.
En junio, el Banco Central Europeo (BCE) bajó tipos un cuarto de punto, hasta el 4,25%, tras dos años de tipos altos, y en septiembre deberá volver a decidir. Si se anticipa, el BCE o la Reserva Federal Estadounidense (Fed) podrían volver a despertar al monstruo de la inflación o bien perder la ventana de oportunidad para calentar la economía en el momento preciso.
Si China se constipa…
Un claro nubarrón en el horizonte económico mundial está en China. En otro artículo, el FMI apuntaba en diciembre “China se tambalea, pero no caerá”, señalando a una situación económica en la que se ralentiza el crecimiento y abundan los riesgos, pero con posibilidad de evitar el colapso económico y financiero.
“Existe la preocupación de que la economía china esté enfilándose hacia un desplome similar a los que sufrieron otras muy pujantes economías asiáticas, como Malasia y Tailandia”, apunta el artículo de Eswar Prasad. Una deuda global elevada que ha crecido más que la propia economía china (sobre todo en el sector inmobiliario) es la principal inquietud.
“Existe la preocupación de que la economía china esté enfilándose hacia un desplome similar a los que sufrieron otras muy pujantes economías asiáticas, como Malasia y Tailandia”, apunta el FMI
Y si EEUU no come patatas fritas…
En Estados Unidos la gran preocupación es el resultado de las elecciones del próximo noviembre: el país puede dar pie a dos modelos de liderazgo tan diferentes como el de Donald Trump y Kamala Harris. Los dos líderes se enfrentan en un entorno económico positivo, pero con signos de alarma.
Las cifras del mercado laboral se miran con lupa, pero también las del consumo: la menor demanda de patatas fritas congeladas podría actuar como un curioso indicador adelantado de un consumo más débil que, para empezar, sale menos a comer. “Los restaurantes están registrando un menor flujo de clientes en todo el mundo debido al encarecimiento de los precios y la demanda de patatas congeladas se ha suavizado”, señaló el pasado julio Tom Werner, consejero delegado de Lamb Weston, en un escenario de fuerte caída de la acciones por las débiles ventas de la compañía, especializada en el complemento estrella de la comida rápida.
Inestabilidad política y abono a la extrema derecha
El curso electoral ha empezado en Europa como empezó el año 2024: con el serio riesgo de que la extrema derecha tome auténticas cotas de poder en un mundo que parece empeñado en estar cada vez menos basado en evidencias y más en emociones. La gran y clamorosa novedad, la victoria del pasado fin de semana de Alternativa para Alemania (AfD) en el lánder de Turingia.
Es cierto que el auge de la extrema derecha fue menor de lo previsto en las elecciones para el Parlamento Europeo, que en todo caso ha dejado una eurocámara más fragmentada y difícil de gobernar. Lo mismo en una economía central del continente, Francia: el país ha contenido a Agrupación Nacional, pero sus perspectivas de gobernabilidad son cuanto menos complejas. España no escapa a la inestabilidad, con un Gobierno que continúa apoyado por una mayoría sujetada con pinzas.