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La transformación urbana de París: del racionalismo a la ciudad de los quince minutos

Durante el desconfinamiento, el consistorio de la capital francesa ha aprovechado para acelerar las medidas de pacificación urbana, revolucionando las políticas urbanas históricas de la capital.

M. Tamayo

20 jul 2020 - 04:55

La transformación urbana de París: del racionalismo a la ciudad de los quince minutos

París se transforma tras el Covid-19. El programa electoral de Anne Hidalgo, recién reelegida como alcaldesa de París, está dando la vuelta a Europa. Una pandemia mundial le ha dado la razón a la veterana inquilina del Hôtel de Ville de la capital francesa y su plan para empoderar al peatón y elevar la bicicleta al transporte principal de los parisinos ha traspasado fronteras para convertirse en el modelo de la ciudad post Covid-19.

 

A lo largo de la historia, París ha sido objeto de transformaciones urbanas faraónicas, como la realizada por Georges-Eugène Haussmann en el siglo XIX por orden de Napoleón III, que implicó la demolición de 19.730 edificios históricos y la construcción de 34.000 nuevas viviendas.

 

Esa reforma puso las bases de la capital francesa moderna, compuesta por grandes avenidas y plazas. Además, la gran reforma de Haussman también luchaba contra las pandemias: con un sistema de cloacas, baños públicos y la canalización de agua potable, el urbanista francés intentaba eliminar el tifus y el cólera de la ciudad.

 

 

 

 

Le Corbusier, uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX y considerado padre de la arquitectura racionalista, también quiso dejar su huella en la capital francesa. El Plan Voison, que coge el nombre de la marca de automóviles que se ofreció a financiarlo, pasaba por esponjar aún más la ciudad y facilitar la circulación de automóviles por grandes avenidas bajo la máxima de que “una ciudad hecha para la velocidad es una ciudad hecha para el éxito”.

 

El urbanista quería derribar400.000 metros cuadrados de edificios a orillas del Sena para levantar grandes rascacielos y formar zonas verdes. Y aunque el proyecto de sirvió para elevar el racionalismo y el higienismo con el que luego crecieron otras grandes ciudades como Nueva York, jamás llegó a realizarse.

 

Tras la Segunda Guerra Mundial y el auge de la inmigración en la capital, las políticas viraron hacia la integración social. “Desde mediados de los años setenta se han desarrollado políticas urbanas contra la segregación en el ámbito estatal que han tenido un importante desarrollo en París”, explica Ángela Matesanz, profesora asociada de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (Etsam).

 

Los esfuerzos en materia de urbanismo se centraron tanto en aquellos barrios del centro de la ciudad con un tejido urbano más cerrado como en grandes zonas periféricas de grandes desarrollos. “En el primer caso se ha optado por la eliminación de parte del tejido existente, mientras que en el segundo se han sustituido bloques de viviendas y reequipado el espacio público”, aclara la arquitecta.

 

 

 

 

A partir del siglo XXI los esfuerzos se han concentrado en integrar población muy diversa para mejorar la integración, pero desde la alcaldía hace unos años que se le ha dado la vuelta al debate. Ahora, el proyecto de transformación de París ha dejado de pasar por grandes obras de infraestructuras, basta con pintura en espray.

 

La recién reelegida alcaldesa desarrolló un plan en su anterior legislatura para hacer de París la capital de la bicicleta con el que duplicó la red de carriles bici con una inversión de 150 millones de euros. Pero para lograr su reelección, la socialista subió su apuesta por la pacificación del tejido urbano y presentó la ciudad de los quince minutos.

 

Lo que propone Hidalgo no es una novedad, pero le ha puesto el márketing”, afirma Pablo Molina, abogado especializado en derecho urbanístico y técnico urbanista. El programa de la alcaldesa, creado por el arquitecto Carlos Moreno, tiene como objetivo que cada ciudadano cuente con todo lo necesario a quince minutos de casa.

 

“Esta es una reforma fácil en Barcelona o Madrid, donde ya existe un tejido por barrios, pero en París, que tiene el racionalismo como corriente arquitectónica y se ha segregado por áreas por funciones, es muy ambicioso”, explica Molina.

 

 

El consistorio también ha aprovechado el confinamiento provocado por el coronavirus para impulsar las políticas de peatonalización de las calles. Áreas como París central, o los Campos Eliseos pasarán a estar prohibidas para el tráfico un domingo al mes, aunque la reforma se extenderá a todos los domingos del año en otras zonas de la ciudad.

 

El Ayuntamiento también restringió el tráfico de la histórica Rue de Rivoli con lo que es posible ir en bicicleta de Saint-Paul a Concorde. Estas reformas se enmarcan dentro del plan de la alcaldesa para hacer un París totalmente transitable en bici, que se extendía hasta 2024 pero se ha visto acelerado por el confinamiento.

 

Además, se han llevado a cabo políticas para eliminación de espacios de estacionamiento en la vía pública, apostando por los párkings subterráneos. El consistorio también ha aprobado ha ayudas para el sistema de alquiler de bicicletas municipal.

 

Dentro de está tendencia, el gobierno francés ha destinado veinte millones de euros en promover el uso de las bicicletas. El Ministerio de Transición Ecológica ha concedido cheques de cincuenta euros para cada ciudadano que quiera reparar su bicicleta.

 

 

 

En el ámbito municipal, el proyecto de la ciudad de los quince minutos busca suprimir la circulación en vehículo rodado intraurbano y recuperar espacios para la interacción entre ciudadanos o para hacer ejercicio.

 

El otro gran mérito de Hidalgo ha sido que no le ha temblado el pulso en la gobernanza, algo que falla en los ayuntamientos de España”, señala Molina. Para el urbanista, la alcaldesa ha tomado decisiones arriesgadas políticamente, aunque finalmente le han dado buenos resultados electorales, tanto que   algunos medios franceses ya la ven como adversaria de Emmanuel Macron en las elecciones generales de 2022.

 

Aunque para Matesanz estás políticas pueden promover aún más la gentrificación de los barrios centrales. “Es normal que empiecen a aplicarse las reformas en las zonas centrales, pero el aumento de la calidad de vida hace que suban los precios y se expulse a parte de la población”, señala. “Habría que extender estas políticas a toda la ciudad, aunque se está estudiando que efectos va a tener en las políticas de integración”, asegura la arquitecta.