2 nov 2020
Parece que la música que suena va en la línea de seguir adelante con las leyes de limitación de los precios del alquiler de vivienda. La situación política y la presión de algunos sectores, con los que queda mal enfrentarse, se están saliendo con la suya en cuanto a poner reglas en el mercado. Seguimos ignorando las leyes naturales de oferta y demanda para calificar de “especuladores”, en general, a los arrendadores.
En estas épocas, se está hablando mucho de la inversión en tecnología para ser más competitivos en el mundo y no depender tanto de actividades del sector servicios como el turismo. Si realmente esto pasa y hacemos de nuestras ciudades centros de negocio, como algunos barrios de Madrid o Barcelona, será inevitable que vivan en los núcleos urbanos profesionales de alto nivel, así como importación de talento de otros países. Toda esta población entrará de lleno en el mercado de la demanda de alquiler, y competirá de igual a igual con los nativos que se quiere proteger.
En caso de llevarse a cabo la limitación de los precios, entrarán en juego de manera determinante factores como la repercusión de gastos (IBI, basuras, gastos de comunidad), que hasta ahora no era costumbre trasladar al inquilino, así como el endurecimiento del proceso de selección del arrendatario. Los propietarios quizá se resignarán a cobrar un alquiler inferior al deseado, pero nadie les obligará a alquilar la vivienda a quien no muestre una solvencia contrastada, así que volveremos a tener de facto una exclusión del mercado de alquiler de personas que, aun pudiendo pagar, están por debajo del perfil deseado.
La situación Covid-19 ha provocado temporalmente en las grandes ciudades un aumento en la oferta de vivienda en alquiler, ya que muchos profesionales y estudiantes han vuelto a sus países. Cuando el temporal amaine y podamos volver a cierta normalidad, en caso de seguir adelante con la limitación de los alquileres, se podrá deslumbrar el efecto que tiene esta medida en cuanto a la reducción de oferta.
Muchos propietarios que no estén dispuestos a bajar las rentas sacarán las viviendas del mercado del alquiler para ponerlas a la venta. Así pues, tendremos un panorama de igual demanda y menor oferta, que tendrá como resultado la discriminación de la parte de la población que tenga un perfil de arrendatario menos atractivo para los arrendadores.
El tema nuclear es que se considera que las personas tienen derecho seguir viviendo donde han nacido, sin tener en cuenta que lo que hace décadas eran barrios humildes, ahora son sitios de moda a nivel global. No se puede discriminar entre nativos y foráneos a la hora de considerar a los ciudadanos, y si queremos tener ciudades que sean cuna de talento y evolución hay que superar este principio primitivo.
Todas estas diferencias tendrían que quedar compensadas con un parque amplio de vivienda protegida de alquiler y rotatoria, cosa que en España es totalmente anecdótica, ya que la práctica totalidad de vivienda protegida construida se destinó a la venta, y, por tanto, una vez caducada la protección, se encuentra camuflada con el resto de vivienda libre.

Lluís Vallès
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