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Albert Gassull (AMB): “Cuanto menos construyamos, menos afectaremos al medio ambiente”

El director de Servicios de Espacio Público en la Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) traza el mapa de la sostenibilidad urbanística y subraya las vías de actuación para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático. 

Albert Gassull (AMB): “Cuanto menos construyamos, menos afectaremos al medio ambiente”
Albert Gassull (AMB): “Cuanto menos construyamos, menos afectaremos al medio ambiente”
Albert Gassull, director de Servicios de Espacio Público en la Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB).

Lucía Rodríguez

22 mar 2024 - 05:00

El director de Servicios de Espacio Público en la Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) expone la necesidad de adaptar los espacios públicos al cambio climático. La entidad ha publicado el Protocolo de sostenibilidad de proyectos y obras públicas, una herramienta para mitigar los efectos del cambio climático en el desarrollo del ámbito urbanístico y local. Gassull apunta a la actuación inmediata y la concienciación para alcanzar las perspectivas europeas para 2030 y 2050. 

 

Pregunta: Las emisiones de gases efecto invernadero de la construcción en España se han ido reduciendo en los últimos años según datos del INE. ¿Cómo se ha involucrado la administración pública en este cambio?

 

Respuesta: Ahora mismo, no hay legislación que obligue a tomar acciones claras respecto a la descarbonización, ni para mitigar el cambio climático y menos aún para adaptarse a sus efectos. Desde AMB nos propusimos hacer un protocolo que actuase como nuestra normativa para los proyectos y las obras que hacemos. Con él, buscamos tener una cierta orientación de qué estábamos haciendo y emitiendo y qué consecuencias tenía. 

 

 

P.: ¿Qué efectos tiene el cambio climático en la ciudad? 

 

R.: El cambio climático tiene efectos directos sobre tres aspectos: el agua, la biodiversidad y la salud. El agua porque, a causa del cambio climático, hemos perdido una parte importante de recursos hídricos. Además, el consumo no hace más que aumentar. Nosotros actuamos mediante la obligación de reutilizar aguas pluviales y grises o la gestión del agua de lluvia para devolverla a los acuíferos y no tirarla al mar. En la biodiversidad, el cambio climático tiene efectos directos con la pérdida de hábitats. Hay que hacer lo posible para preservar al máximo la biodiversidad del planeta, porque cuanto más diverso más resiliente. Respecto a la salud, muchas muertes anuales son atribuibles a la falta de espacios verdes y a la contaminación. 

 

 

 

 

P.: ¿Cuáles son los ejes principales de esta hoja de ruta para una ciudad más sostenible?

 

R.: El primer eje es la energía. A escala global, el 38% de los gases de efecto invernadero provienen de la construcción y uso de los edificios. Nosotros abordamos este factor de distintas formas. Primero, cuanto menos construyamos menos afectaremos al medio ambiente. Hay que plantearse si el edificio es necesario o si hay uno existente en desuso donde se pueda albergar. Si hay que construir, hay que pensar cómo hacemos que el edificio tenga los espacios estrictamente necesarios y un uso optimizado. En el caso de las rehabilitaciones, intentar reutilizar el máximo número de elementos. Al terminar el edificio, hay que calcular su demanda energética, para entonces limitar la energía máxima que necesita. Una vez sabemos que ese edificio no consumirá más que aquello que hemos fijado, entonces reducimos el consumo final del edificio. 

 

 

P.: ¿Cómo se impulsa la economía circular en las construcciones o rehabilitaciones de obras públicas?

 

R.: Es un tema muy de moda, pero a la vez es muy complejo. En la versión actual del protocolo, la reutilización de los elementos se lleva al máximo. Por ejemplo, reutilizando los materiales que se extraen de la obra en la misma. Por ejemplo, en la avenida Salzereda, donde hubo una serie de demoliciones y pavimentos que se utilizaron como subbase. La circularidad va mucho más allá, pero de momento llegamos hasta aquí. El protocolo es una herramienta viva que no para de evolucionar y nuestra idea es seguir en ello a través de grupos de trabajo.

 

 

P.: ¿Qué barreras existen a la hora de llevar a cabo la mitigación y la adaptación de los efectos del cambio climático en las ciudades?

 

R.: Por ejemplo, falta una base de datos única y general sobre el carbón embebido. También es necesaria una cierta educación y formación de los usuarios para que las innovaciones en los edificios se usen de forma correcta. Si la población viera de forma tangible los gases nocivos que se emiten, reaccionaría. 

 

 

 

 

P.: ¿En qué aspectos hace falta más inversión?

 

R.: El problema es que tenemos un parque construido obsoleto, ineficiente y enorme. ¿Qué hacemos con lo que tenemos construido y de qué forma lo transformamos para realmente en 2030 llegar a reducir un 55% las emisiones y en 2050 ser carbónicamente neutros como dicta la normativa europea? Actualmente, las administraciones valoran la sostenibilidad a la hora de ofrecer subvenciones. Esto es fundamental. La inversión está aquí. Y lo que no se invierta hoy, mañana será más caro. Es imprescindible una gran cantidad de recursos para descarbonizar el parque inmobiliario.

 

 

P.: El protocolo es finalista de los premios New European Bauhaus que tiene en cuenta diferentes aspectos, entre ellos, el diseño. ¿El protocolo también tiene en cuenta la estética?

 

R.: Era una de nuestras dudas. La estética es un aspecto muy amplio. Desde mi punto de vista, en el caso de la regeneración urbana, el crear espacios más verdes, más amables, más saludables, es absolutamente estético. Es una forma explícita y directa de hablar de estética. No podemos separar en ningún momento la estética de la forma de vida. 

 

 

P.: ¿Qué otras ciudades destacan en sus medidas sostenibles?

 

R.: Hay países nórdicos que están muy por delante respecto a nosotros. Aunque estamos trabajando en ello, estamos lejos del objetivo para 2030. No sé cómo lo vamos a hacer, sinceramente. Tiene que haber un esfuerzo muy grande y mucha inversión.