21 abr 2023
Llevamos unos cuantos años, tal vez décadas, tratando de convencernos de que con discursos muy bien planteados y compartidos íbamos a llegar a la revolución (algunos pretenden hablar de evolución) industrial en el sector de la construcción. Sin embargo, la realidad nos muestra que, salvo algunas excepciones, todo continúa dándole vueltas al antiguo y tradicional modelo de construcción.
No confundamos la industrialización de la construcción con la aparición de nuevos productos y/o soluciones a implementar en las construcciones tradicionales a modo de sustitución de lo anterior por algo nuevo que mejora sus prestaciones. Eso es evolucionar y mejorar el producto final, que está muy bien y ni debe ni va a parar.
La industrialización de la construcción es otra cosa; se trata de incorporar metodologías industriales a la construcción, que persigan, entre otras cuestiones, hacer el trabajo más seguro, con una calidad más fiable, con procesos más eficientes que reduzcan además los tiempos de construcción.
Nuestro sector es uno de los peor situados en el ranking de accidentabilidad. En este sentido, si miramos la evolución de otros sectores que nos llevan mucha delantera en materia de industrialización, observaremos claramente que industrialización y accidentabilidad están inversamente relacionados: cuando uno avanza el otro retrocede. ¿Existe alguna razón mejor para lanzarnos decididamente a industrializar de manera más intensa y global?
"Se tratar de incorporar metodologías industriales que hagan la construcción más segura, eficiente y ágil"
Preguntémonos cuál es el coste (no sólo económico) de postventa del sector de la construcción en comparación con el de otros sectores mucho más industrializados. Pensemos no sólo en el coste de post venta del producto final, sino también en todos esos costes de procesos intermedios o parciales inexactos y/o fallidos. Tal vez la respuesta también ayude a reforzar la necesidad de ahondar en ese camino hoy todavía muy iniciático de industrialización en el que se encuentra el sector de la construcción.
Hagamos un rápido recorrido por los diferentes oficios (luego volveré sobre este concepto) que son necesarios para realizar una obra cualquiera de construcción, y preguntémonos esta vez por cuán diferentes son sus procesos en comparación con hace unas cuantas décadas.
Evidentemente se ha avanzado en temas como la logística y las herramientas para realizar las tareas, pero muchos de los trabajos en sí mismos se continúan realizando de la misma manera y con los mismos perfiles profesionales. Vuelvo a invocar el ejercicio de mirar a otros sectores que sí han realizado una evolución industrial muy importante donde han desaparecido algunos oficios, apareciendo otros de características generalmente más tecnológicas y siempre con unas condiciones más ergonómicas y saludables.
"La industrialización de la construcción es inaplazable y ya se ven iniciativas muy esperanzadoras"
En un momento como el actual en el que se acusa una desaparición (por jubilación) de trabajadores con oficio que no son reemplazados por jóvenes )que ven más atractivos otros sectores con puestos de trabajo más ergonómicos y saludables), sería un error tratar de recuperar un sistema que ya ha caducado.
Es aberrante el tiempo que transcurre desde que un promotor decide tirar adelante una idea de construcción hasta que se convierte en realidad. También el proceso de gestación, diseño y gestión de un proyecto y obra debe industrializarse; y no sólo no ha sido así, sino que, durante las últimas décadas, en lugar de industrializar y simplificar se ha complicado y alargado innecesariamente. Y, por tanto, encarecido.
El camino hacia la industrialización del sector de la construcción es inaplazable, y aunque sea forzado por condiciones no deseadas, ya se ven algunas iniciativas muy esperanzadoras. El reto, ahora, es realizar esa revolución y evolución muy rápidamente, pues nos jugamos no ser capaces de dar respuesta al mercado al que servimos. La industrialización es el único camino para mejorar las condiciones de todos los trabajadores, la calidad del producto, reducir los plazos de entrega y abaratar los precios finales. Y todo esto también es sostenibilidad.
Higini Alfageme
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