30 may 2017
Finalmente, y después de buena parte de toda mi vida laboral, me doy cuenta que los agentes inmobiliarios nos hemos acostumbrado a colaborar entre nos. Por desgracia y hasta hace poco tiempo, pecábamos de “egoísmo” y pocos hemos sido los partidarios de colaborar en la intermediación de operaciones de venta o alquiler. En gran parte, supongo que el mercado y la coyuntura han obligado a que esto se produzca.
Seguramente la crisis debe haber influido. En épocas de bonanza, y más aún en la llamada burbuja inmobiliaria, lo más fácil era intentar realizar toda la gestión en solitario, y consecuentemente todo el premio, los honorarios por intermediación de esa operación que se llevaba entre manos de principio a fin.
Verdad es que los clientes, tanto propietarios como demandantes, escogen a un agente inmobiliario para que éste le resuelva su necesidad. Es por ello que uno de los grandes logros y objetivos iniciales del agente sean los de ganarse la confianza de su cliente lo antes posible.
Evidentemente el cliente lo primero que desea es cubrir esa necesidad antes mencionada; sin embargo, es mucho más seguro conseguirla habiendo una buena química entre las partes, sobre todo en lo que respecta a la parte emocional.
Pero esto es algo que no puede conseguirse si no se demuestra profesionalidad y experiencia, aspectos importantísimos: trasladar la ilusión, el compromiso, y captar lo mejor posible lo que necesita el cliente es básico. A veces para conseguirlo es necesario ponerse en la situación del propio cliente. De esta forma es más sencillo trabajar, y se está mejor situado para acabar con éxito.
La colaboración entre dos agentes para asistir a un ofertante o a un demandante ha de ser coordinada; no se puede doblar el trabajo; no se puede pretender destacar más uno que otro. Lo mejor es repartirse las gestiones, y en todos los casos uno de los dos ha de ser el interlocutor. Debe dejarse bien claro el reparto de los honorarios por intermediación, y nunca hacerlo avanzada la operación.
Sin embargo, queda claro que todos queremos ganarnos la confianza, y si podemos trabajar en régimen de exclusividad, mejor. Personalmente no soy de los que opina que todos trabajamos igual. Cuesta muchísimo ganar esa credibilidad, y pienso que algunos la deberíamos poseer antes que otros; por algo llevamos más años trabajando en esto, que los vividos desde que nacimos.
Es el propio cliente el que antes de ponerse en contacto con el agente debería informarse e investigar para garantizarse un buen servicio. Afortunadamente hoy es fácil saberlo: además de un boca oreja que nunca falla a través de las recomendaciones, las redes sociales también ayudan.
Nuestro sector no es sencillo; no podemos estar tildados, por algunos, como piratas del mercado inmobiliario; en gran parte eso se debe a un exceso de intrusismo en épocas que el dinero fácil fluía abundantemente. Me alegra un montón haber visto pasar por “el colador” a muchos personajes que pensaban ser los mejores brokers del sector inmobiliario.
Con mucho orgullo trabajo en el mercado industrial, especializado, y dedicado absolutamente. Me ha costado años, y ejerciendo en exclusividad o colaborando, no me ha pasado jamás por la cabeza dejar o cambiar de sector.
Carles Torres
Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.
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