El buen humor
9 feb 2021
Las preguntas son: ¿Estás de buen humor? ¿Cuáles son los beneficios del mal humor?
Siempre han habido momentos de mal humor, pero últimamente da la sensación que todo el mundo está de mal humor. Quizás sea normal, estamos pasando tiempos complicados, entre la pandemia, las restricciones, los confinamientos, la dificultad para divertirnos, el poder desconectar, etc. Es casi norma habitual, pero ahora más que nunca, si te pones en Twitter, da la sensación que todos están molestos; entre la campaña electoral, las noticias sanitario-sociales, económicas, la imposibilidad de vernos cuando queremos, todo en general hace que la depresión y la ansiedad cada vez estén más cerca de todos y todas.
Pero cuando haces un análisis interior y piensas durante unos minutos, llegas a la siguiente conclusión: “pues no estoy tan mal “.
La realidad es que hoy es muy difícil ser feliz ante estas circunstancias.
La buena noticia es que el mal humor tiene cosas positivas. Es un buen detector de mentiras. Los que están de mal humor aumentan el escepticismo de aquellas personas en relación con aquello que han de luchar, o sea mejora la precisión en identificar las comunicaciones falsas, mientras que las personas que están de buen humor son más propensas a sentir confianza y son más ingenuos, dicho de otra manera, se detectan mejor las mentiras cuando NO somos felices.
Sentirnos felices puede disminuir nuestra precisión como testimonios oculares, y esta característica aumenta si nos sentimos mal. La felicidad nos puede volver ciegos delante de una situación; cojamos por ejemplo lo que se acostumbra a decir “el amor es ciego”. No se ven los defectos porque estamos tan emocionados en ese momento, que casi no vemos nada,
Pasa lo mismo con la facilidad para comunicarse estratégicamente. Tendemos a no cometer errores de juicio si estamos de mal humor. ¿A qué se debe todo esto? ¿Por qué sentirse mal puede ser bueno?
Los seres humanos desarrollaron la voluntad en experimentar las emociones negativas por una razón de base; en cantidades moderadas esto nos protege de lo que nos podría hacer daño, y nos ayuda a conseguir el éxito.
Los humanos que antiguamente eran capaces de sentir desconfianza, por ejemplo, los que sentían miedo, los que tenían ansiedad, incluso ira, eran menos proclives a involucrarse en situaciones que les podían perjudicar, y las soportaban mejor que aquellas que no eran susceptibles de este sentimiento.
¿Significa esto que para mejorar nuestras vidas tenemos que estar de mal humor?
NO, pero nos ayuda a ser conscientes de nuestras emociones, de nuestros sentimientos, y para saber hasta que punto nos influyen y por qué, a la hora de tomar decisiones, discutir temas que sean delicados, de soportar una pandemia mundial, y de todo lo que nos pasa actualmente.
Para otros, lo más importante es pensar que cuando las cosas no van bien, dale la vuelta al asunto: “si la vida no sonríe, sonríele tu a la vida”. Encarar las cosas con buen humor es muy importante, porque si no, con crisis y todo lo que estamos viviendo es un desastre; si pierdes tiempo en enfadarte, será mucho peor. Hay que luchar para gestionar el mal humor. Ya tenemos suficientes motivos para tener mal humor como para estarlo ahora mucho más.
La gestión de ese mal humor puede empezar tomando un café de buena mañana. Lo que necesitas en ese momento es sentarte, tomar un café y desayunar. Por eso, en ocasiones, cuando tenemos hambre nos ponemos de muy mal humor.
Afronto el día a día de este modo, y las cosas me van bien; el trabajo y la vida en general.
NCI Asesores Inmobiliarios, mi empresa, también las afronta así, y los años van pasando, y ya llevamos casi 20 desde aquel día que decidí sacar el buen humor, y con muchos mal humores por el camino, hemos luchado hasta el día de hoy, y lo seguiremos haciendo.
Carles Torres
Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.
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