20 feb 2018
¿Nos podemos imaginar actuar en nuestro mercado inmobiliario sin utilizar esas redes sociales, hoy por hoy indispensables? No dejo de recordar cuando solamente se disponía del teléfono. Esas cabinas telefónicas desperdigadas por las poblaciones de nuestro ámbito de trabajo, y encontrándote en un polígono industrial, se hacía muy difícil la comunicación con nuestras propias empresas, con clientes demandantes, proveedores, propietarios, o cualquiera de los que intervienen en nuestra actividad.
El primer salto se produce cuando Internet entra a nuestras casas, aunque no quisiera dejar pasar por alto otras herramientas que he tenido que utilizar una vez dejé la antigua máquina de escribir, normalmente de Hispano Olivetti que permitía realizar esa carta, contrato o lo que fuera necesario; eso sí con copia hecha con papel carbón, y siempre con algún moscón tapado con ese líquido blanco llamado Tipex que lo remendaba todo. En aquellos tiempos el whatsapp no era otro que el sobre y el sello que complementaba todo el envío de ese documento a través del monopolio de Correos.
Eran los años 80 cuando aparecen los telex, el fax, y alguna máquina más muy estridente que nos ayudaban a agilizar la correspondencia y la comunicación. Aparecen también los primeros PC, unos ordenadores de IBM entre otros, con un sistema operativo MS-DOS, que poco a poco nos iba introduciendo en el círculo vicioso en el que hoy estamos atrapados.
El segundo, y gran salto, ocurre a primeros de los años 90, con la telefonía móvil. No, no eran smartphones, pero nos permitían hablar desde cualquier lugar, de forma inmediata, directa, sin echar monedas en ninguna ranura, y gracias a ello, nuestra actividad en el mercado inmobiliario mejoró considerablemente; los “plantones” en visitas concertadas disminuían, así como los retrasos. Todo tendía a ser más perfecto. Si bien es verdad que podían aparecer algunas actuaciones anárquicas de algún comercial poco controlables en aquellos tiempos por los que éramos responsables de departamentos comerciales, la contrapartida era esa rapidez, ese confort que nos daba esa herramienta, que empezó siendo pequeña de tamaño, y a medida que se iban introduciendo aplicaciones, cada vez más grande. Sí, repito, a veces te obligaba a hacer de policía para controlar a ciertos personajes que se tomaban la libertad de actuar por su cuenta, dejando de lado su obligación para con la empresa que le tenía contratado.
A finales de los 90 y hasta hoy, nos invaden los aparatos inteligentes que llevamos encima tal y como llevamos nuestros zapatos. Y con esa feroz herramienta, y la red, aparecen además las aplicaciones-redes sociales, tales como Facebook, Linkedin, Whatsapp, Telegram, Twitter, Instagram, y muchas otras.
Gates, Jobs, Zuckerberg, y otros, nos han atrapado. El pescador tiró las redes, y no sabemos si la barca podrá aguantar con tanto pescado; verdad como un templo es que esas redes nos han beneficiado profesionalmente. No quisiera yo volver a las cabinas, por mucha nostalgia que les tenga.
Las agencias inmobiliarias, sus agentes, sus departamentos comerciales, todos trabajamos mejor, más cómodos. Hemos crecido, evolucionado gracias a ese revolucionario dispositivo llamado teléfono, a Internet, y a las redes sociales. A veces me pregunto si acabaremos todos vendiendo y comprando desde cualquier lugar menos el que hasta hoy hemos ocupado.
Utilizando bien, y en buena medida esas redes, haremos más grandes a los pescadores, sí, pero también es verdad que nosotros (los atrapados), prosperaremos, mejoraremos los servicios que ofrecemos, y seguramente se traducirá en éxitos.
Por tanto, todos podemos llegar a ser pescadores si utilizamos los medios como es debido y nos convocamos en los networkings idóneos para ello.
A rio revuelto, ganancia de pescadores.
Carles Torres
Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.
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